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3 octubre 2015 6 03 /10 /octubre /2015 10:06

 

Veíamos en el artículo anterior como a principios del II milenio la anterior situación defensiva (véase las Segundas Invasiones) de las dos ramas de la Cristiandad, la Cristiandad Latina y la Cristiandad Ortodoxa, había dado un vuelco con el éxito ante los musulmanes en Europa Occidental y la cristianización de los vikingos y húngaros invasores para Roma y del éxito ante los búlgaros en los Balcanes y la cristianización de los eslavos para Constantinopla. 

También vimos como aquel equilibrio inicial entre las dos ramas cristianas se rompió con la desastrosa derrota de los bizantinos en Mazinkert (1071) ante los turcos selyúcidas.

 

 

Pérdida de Anatolia tras Manzikert

Pérdida de Anatolia tras Manzikert

La desesperada situación bizantina animó al Papa Gregorio VII en el 1074 a pedir a los milites Christi o soldados de Cristo que ayudaran a sus hermanos de Oriente (a pesar del reciente Cisma de Oriente en 1054), llamamiento que no fue atendido en un principio. Por supuesto que este llamamiento no era pura solidaridad desinteresada: Gregorio VII estaba empeñado mediante la reforma de la Iglesia (reforma gregoriana) en convertirse en la cabeza de la Cristiandad por encima del Emperador germano y de los demás poderes temporales (es lo que se conoce como teocracia pontificiaBula Dictatus Papae-),  pretensión que llevará a la querella de las investiduras.  

El Cisma de Oriente provocó la ruptura de la Cristiandad

La organización de una expedición militar a Tierra Santa serviría al Papado a este propósito, además de dirigir al exterior y para sus propios fines, la violencia endémica de los señores feudales.

 

 

La ayuda a los bizantinos del emperador Alejo Comneno no se materializó hasta el famoso sermón de Clermont-Ferrand por el Papa Urbano II en 1095 en el que pidió la peregrinación (no existía el término “cruzada”) a Tierra Santa, petición que fue contestada de forma entusiasta al grito Deus Vult! (Dios lo quiere).

 

A partir de aquí, la  Cruzada tomó dos caminos completamente diferentes: por un lado, la llamada “Cruzada de los pobres” dirigida por los predicadores Pedro “el ermitaño” y Gualterio “sans avoir” y por otro, la “Cruzada de los barones” (los reyes ignoraron el llamamiento) que llegaron a Constantinopla a través de cuatro rutas distintas:

Mapa de las rutas de la Primera Cruzada

Mapa de las rutas de la Primera Cruzada

La de Godofredo de Bouillon, a través de Alemania y Hungría, agrupaba a los caballeros de Lorena y Flandes; la de los caballeros normandos comandados por Hugo de Vermandois, Esteban de Blois, Roberto II de Flandes y Roberto II de Normandía; la de los normandos del sur de Italia dirigidos por Bohemundo de Tarento; y la de Raimundo de Tolosa y el legado papal Ademaro Le Puy, a través de Dalmacia y que agrupaba a los caballeros de Occitania.

En cuanto a la “Cruzada de los pobres”, esta recorrió Europa Central y los Balcanes, con escenas de saqueo y de progroms, con asalto a las juderías. La aventura acabó tras el paso del Bósforo y el exterminio o esclavización de sus protagonistas por los turcos.

Mucho más éxito tuvo la “Cruzada de los nobles”, que fueron llegando a Constantinopla entre 1096 y principios de 1097. Tras fuertes problemas y desencuentros, el emperador bizantino Alejo Comneno logró que los jefes cruzados le juraran fidelidad a cambio de provisiones. El ejército cruzado y bizantino llegaron a la antigua ciudad bizantina de Nicea (ahora capital de los turcos selyúcidas), ciudad que los musulmanes entregaron en secreto a los bizantinos, lo que causó fuerte malestar en los cruzados.

 

A pesar de la victoria de los cruzados en Dorilaea, la marcha hacia Jerusalén fue larga y penosa, tomando Balduino por su cuenta la ciudad de Edesa: el condado de Edesa (1098) fue el primero de los estados cruzados. Mientras, el resto de los cruzados tomó Antioquía, fundándose el segundo de los estados cruzados: el Principado de Antioquía (1098).

La Edad Media en Mapas (VIII): De la Primera Cruzada a la Segunda Cruzada

El ejército cruzado llegó a las puertas de la Ciudad Santa de Jerusalén en junio de 1099, siendo conquistada en julio tras una tremenda matanza por parte de los cruzados, como cuenta la Gesta francorum.

 

Tras la conquista, se creó el reino de Jerusalén bajo el mando de Godofredo de Bouillon con el título de Protector del Santo Sepulcro. Raimundo de Tolosa fundó el condado de Trípoli (1104), creándose el cuarto de los estados cruzados.

Tras el éxito de la Cruzada, muchos de sus participantes retornaron a Europa. No hubo un traslado de población de Europa a los nuevos estados latinos y los territorios cristianos en Tierra Santa estaban en una enorme inferioridad numérica con respecto al islam. La reacción de los musulmanes no tardaría en llegar y el condado de Edesa caería en 1144, convocándose la Segunda Cruzada el año siguiente. Pero esto lo dejamos para el siguiente artículo.

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Comentarios

S
Hola!<br /> Buen post, sin duda. Superinteresante.Muchas gracias.
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